domingo, 27 de mayo de 2012

MATTHEW LYNN NOS OFRECE UNA SOLUCIÓN

La actual crisis, la denominada crisis de los PIGS, debería ser vista como una oportunidad para terminar con las dudas que arrastra la zona euro desde su fundación. Y para aprovecharla, Matthew Lynn, columnista de Bloomberg, propone una solución en tres pasos: no rescatar, organizar un impago y crear un mini-FMI dentro de la zona.

Para Lynn el problema actual es sencillo: los países más débiles de la Eurozona, los denominados PIGS (Portugal, España, Irlanda, Grecia) han podido acumular deuda en una moneda mucho más fuerte que a la que sustituyó el euro, y además lo ha podido hacer con unos costes mucho más bajos.

Pero ahora es el turno de pagar y las opciones que se plantean no son nada buenas. Según él hay dos opciones: implementar medidas de austeridad muy severas, lo que llevaría a sus economías a sufrir recesiones salvajes y abandonar el euro e introducir una nueva moneda.

Matthew desarrolla tres posibles pasos a seguir que podrían convertir al euro en una moneda dominante en el escenario mundial.

Primer paso: rechazar cualquier tipo de rescate a ningún país. El mercado de bonos ha estado asumiendo que prestar a PIGS era como hacerlo a Estados Unidos o Japón, lo que es un gran error. Por ello, hay que explicar a los mercados que el euro no funciona así.

Hay que asumir que prestar a Grecia o Portugal es como hacerlo a una compañía privada: hay que mirar sus cuentas y evaluar el riesgo de impago. Las compañías (excepto los bancos, como hemos visto) no suelen ser rescatadas por los Estados; del mismo modo, la Eurozona no rescatará a sus miembros.

Paso dos: organizar un “default” (defecto) ordenado. Según Lynn, es imposible que los PIGS cumplan con sus obligaciones, ya que simplemente la deuda es demasiado grande. Grandes planes de austeridad podrían provocar colapsos en la economía y el desplome de los ingresos impositivos, por lo que sería más difícil todavía cumplir con las obligaciones financieras.

El columnista dice no hay ninguna razón por la que los poseedores de bonos no puedan compartir la dureza de la situación. Los prestamistas asumen los impagos de las compañías cada día.

Así que propone que estos países, con la ayuda del BCE, reestructuren su deuda de manera drástica: suspender los pagos de intereses y ofrecer a los deudores una quita del 50%. Exactamente igual que lo haría una empresa superada por sus deudas.

Punto tres: organizar un mini-FMI. La idea de Lynn es que el BCE actuara exactamente como lo hace el FMI cuando un país atraviesa dificultades financieras. La institución otorgaría préstamos puente a los países involucrados a cambio de introducir medidas drásticas de reformas estructurales con menor coste político para los gobiernos involucrados. En suma, se trataría de cambiar dolor a corto plazo por ganancias a largo, que siempre es mejor que hacerlo al revés.

De aplicarse este plan, según Matthew Lynn, se acabaría con los problemas actuales sobre si unos miembros de la Eurozona podrían rescatar a otros, y sobre si se podrían imponer medidas desde la Eurozona a los países miembros.

El euro no puede sobrevivir si los miembros pueden acumular deudas enormes y esperar que otros paguen la cuenta. Además, se necesita que el BCE pueda imponer reformas a los miembros si es necesario. Si se superan estos dos problemas, el euro emergerá como una moneda más fuerte, culmina el columnista.


ElEconomista.es

María Cano

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